martes, 20 de agosto de 2013

Lectura 1


Ensayo de “Cómo un pastel de lodo nos puede contar la historia de la vida desde el érase una vez”, escrito por Valeria Souza y Luis Eguiarte.

Georgina Corona Rodríguez
En el desierto de Coahuila, México, existe  un oasis que se conserva primitivo gracias a la acción de la geología y el azar, Cuatro Ciénegas. La combinación de estabilidad climática, aislamiento y abundancia de agua ha convertido a las pozas de Cuatro Ciénegas en una especie de islas, cuyos ecosistemas han evolucionado a un ritmo muy diferente del que habrían conocido en un área abierta y cambiante, se trata de ecosistemas que permiten el estudio de la vida primitiva. En este sitio no hay suficiente fósforo, pero sí azufre,  por lo que alberga los mismos tipos de microorganismos que habitaban la Tierra hace miles de millones de años; estos microorganismos se encuentran en sedimentos húmedos, observables por capas de colores en el siguiente orden: amarillo, azul-verde, purpura, café y negro; reflejando la historia metabólica del planeta.

Oparin y Haldane propusieron las primeras hipótesis verificables acerca del origen de la vida en la Tierra en su teoría de La sopa primitiva, trataban de entender los procesos prebióticos y protobióticos  que se llevaron a cabo en la Tierra primitiva con condiciones físicas y químicas muy improbables para el desarrollo de la vida como actualmente se conoce. Aún sigue la discusión sobre las posibles recetas de la sopa, todas coinciden en que existían azúcares, aminoácidos, algunos ácidos nucleicos y lípidos cocinados por la química prebiótica en las gotas de lluvia y en el hielo de cometas y meteoritos.

Sabemos que desde antes de que se formaran los estromatolitos, fósiles de los tapetes microbianos formados de CaCO3, que tienen 3800 m.a. de antigüedad, las bacterias han venido creciendo, dividiéndose y multiplicándose. Partiendo desde LUCA, el ancestro común de todos los seres vivos,  que apareció en la tierra aproximadamente 4100 m.a., los seres vivos han cambiado de heterótrofos a autótrofos (quimiosintéticos y fotosintéticos); pasando de aerobios a aerobios con ciclos circadianos, a aerobios pigmentados con ciclos y finalmente a cianobacterias.

La necesidad de supervivencia ha obligado a las bacterias a adaptarse a los ambientes más variados. La competencia dejó de ser el único recurso, y la colaboración tomó un valor importante. Las células eucariontes tienen en su interior lo que parecen ser antiguas bacterias  y  arqueas, que colaboran en una complicada simbiosis. Entraron fagocitándose unas a otras, se adaptaron y se quedaron a vivir ahí.

Un lugar como Cuatro Ciénegas constituye un tesoro irremplazable de información biológica, que nos permite entender el origen de la vida y su evolución, por lo que es imprescindible conservarlo.

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